miércoles, 3 de noviembre de 2010

La calaverita

El fulanito siguió festejando este día de muertos. Más bien Má fue la más emocionada al ponerle por tercer día seguido su disfraz de calavera, eso sí siempre limpio, pero el fulanito ya parecía retrato, la excusa fue que teníamos que aprovechar que su pants-calavera le quedaba porque seguramente el próximo año ya no cabrá en el.

Y ya en esas el lunes por la noche anduvimos de gira artística reglando paletas a nuestros vecinos. En el edificio no hay niños, el fulanito es el único así que cuando tocábamos la puerta se notaba que nadie estaba preparado para darle un dulce al chamaquito, pero nosotros sí nos preparamos para ello y el fulanito les dio “ su calaverita” regalándoles una paleta…nuevamente les cayó de variedad y lo chulearon un buen rato.

Hasta una vecina ya mayor aprovechó que llegábamos para pedirnos ayuda con la tomada de la presión, otra vecina dejó jugar al fulanito con un juguete que hacia ruido y daba vueltas, estaba asombrada de que no le diera miedo y por el contrario, el chamaco estuvo un buen rato jugando con él. Con otros vecinos nos quedamos hablando un buen rato sobre bebés y así...la gira artística del fulanito duró bastante y no dejaban de repetirnos que el chamaco estaba enorme y él no dejo de platicarles, así que les cayó de variedad.

El martes tempranito nos fuimos a desayunar con el abuelo paterno a los chinos. El fulanito volvió a usar su disfraz y provocó tal curiosidad que la dueña del lugar, el cual tiene todos los años de la vida, que se acercó bien emocionada a tratar de hablar con el fulanito. Ella es china y jamás en la vida se había acercado y mucho menos llegamos a cruzar palabra hasta ahora…el fulanito le llamó tanto la atención que la señora iba y venía tratando de dar algún cumplido a mi chamaco, le regaló una paleta, habló con mi padre…rarísimo pero ese es el poder del fulanito!

Más tarde, Má y yo nos fuimos al cine así que el fulanito se quedó con sus abuelos maternos. Estuvo bien porque sus tíos tenían mucho sin verlo y que se quedó jugando un buen rato con ellos. Pero el mero hit del fulanito al ir a casa de sus abuelos es jugar con el poncho, un schnauzer que le tiene bastante paciencia a pesar de que nunca le gustaron los niños, pero el fulanito es la excepción y el único niño que puede acercarse a tocarlo, abrazarlo, recargarse en él, y meterse en su camita para hacerle sus “cariños”. Este chamaco es feliz estando con el perro, se le dibuja una sonrisa tan linda en la cara cuando está con el poncho que sin duda alguna disfruta muchísimo de su compañía…aunque el poncho tiene su límite y pocos minutos después anda buscando donde esconderse para que el fulanito le dé un ratito de paz.

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